sábado, 15 de marzo de 2014

Nunca quise ser de piedra



Se nos va como arena entre los dedos, como una mota de alegria en unos labios acostumbrados a estar bien zurcidos. Preferimos el escueto deseo vacío de gentío y plenitud humana. Preferimos la exterioridad mental y la soledad física para no dejar lugar a la duda del sonido impertérrito, del sonido sin temor a ser descubierto.

Solo necesitas estirar los labios, una y otra vez, el discurso está lejos de cambiar cada año... pero es necesario algo que lo inspire. Algo que también te estire a ti y te sacuda de esa apatía social en la que vives. Como si te dieran una galleta y un cubo de agua y después te saludaran con total felicidad. ¿Confunde eh? También puedes elegir reirte.

La imaginación tiene tantos límites que a veces tan solo elige copiar lo que más le ha llamado la atención hacia sus pupilas... esas pupilas que son la ventana interna a ese ojo que todo lo ve. Ni siquiera te preocupa porque lo no-verbal se asemeja demasiado cerca a la utopía. La paz se puede palpar, solo necesitas respirar para darte cuenta de que existe, un ojo quiere verlo bien y el otro mal... lo que no saben es que si los juntamos tenemos el mejor pastel para alguien que vive de esto.

¿Una persona solo necesita mirar para expresar verdad?