lunes, 7 de julio de 2014

Solo algunos peces



Ya han pasado tantos caminos con tantos ríos que una y otra vez el pescador se resigna a seguir ese ciclo. Los peces nunca le gustaron demasiado, solo algunos. Cierra los ojos para poder concentrarse en esas miradas que ahogan gritos, ve tantas imágenes ahí sentado que acaba por sentirse desbocado... empieza a preguntar a todo el mundo que es lo que tiene de especial ser un pescador cuando puede ser lo que quiera.

Se sentía tan callado que dudaba de que sus propias cuerdas vocales funcionasen bien, estuvo largo tiempo divagando sobre sus malditas cuerdas vocales... ni comer, ni dormir, ni procrastinar. Si las cuerdas no sonaban, habría que buscar otras. ¡ UNA PUTA GUITARRA!. Esas cuerdas si que podrían sonar algún día.

Descubrió que los peces, que ya no le importaban demasiado (solo algunos) empezaban a sonreir a su alrededor sin necesidad de mediar un minúsculo sonido con la boca. Tal vez incluso podría contar la historia de aquellos peces que no sabían nadar sin ayuda, de aquellos que incluso quisieran ser mucho más que peces, puede que algunos tuvieran ganas de volar.

Odiaba con todo su ser en lo que algunos peces lo habían convertido. Eran peces con un color especial, peces que debían venir ellos mismos pues el nunca supo como utilizar tan solo una maldita cuerda. Habían peces que sorprendían por su forma de actuar, a veces parecía que pudieran ser más que un pez. Bobadas.

De alguna manera sabía perfectamente que lo único que le quedaba era cargar con ese instrumento a cuestas como si de una red enorme de peces se tratara. Ser el virus que da bofetadas de amor... ¿o era al revés?