jueves, 8 de diciembre de 2011

Jilguero



Siempre fui el mismo pasajero. Ahora es otro el que camina maniatado entre tres mundos igual de inútiles. Una llegada estaba anunciada como algo útil, donde era necesario tomar tiempo para pensar y hartarse de sonreir. No existe un lugar así en nuestro conocido Matrix.

La comodidad es un hecho, aunque no sea lo que piensas. He estado cómodo con alguien comprensible y con quien poder hablar sin necesidad de dar explicaciones, puede que fuera lo que estaba buscando. Comparto música y pensamiento, las dos en general pero al nivel de melomanía. Nos acercarmos a los seres humanos con la esperanza de ver reflejar algo de nosotros en otro ser, lo parecido parece ser que atrae hasta el punto de que la ceguera interior pasa a formar parte de la propia realidad externa, un error común.

Hay personas que se rinden, saben que no encajan en ninguna parte pero adaptan su eterna máscara en algo real, todo durante las llamadas horas sociales. Cuatro cosas son las que pueden ver como es uno en realidad, cuatro cosas colocadas para que el sol no pase y uno tenga la necesidad de llevar gafas con el tiempo. Paredes las llaman.

Si de algo ha servido aterrizar, sin duda, es por haber estado más tiempo con alguien genial. Puede que sea el principio de algo que me atrae bastante, algo inefable.

El ambiente está claro, el ahora como sinónimo está claro. Chupo mi chaqueta, escribo cosas que solo interesan a rescatadores de misterios y, con mi gorro puesto dentro de esta habitación, escucho como Lechowski me incita a volar libre como un Jilguero... burlaos de las mariposas, ellas tienen la capacidad de brillar por sí mismas sin que les importe una palabra de lo que decís. Vuelan.

A lo mejor alguien es presa del aturdimiento, o simplemente es sueño o un simple dolor de cuello. Recuerdo que antes era mucho más fácil... un simple balón ayudaba a abstraer cualquier pensamiento que te incordiara durante todo el día. La palabra de Lechowski tenía bastante sentido.




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