lunes, 21 de noviembre de 2011

Traducción de aquella crónica olvidada


El pilar básico de mi vida empezó a diluirse, no me entiende. Creí que era la única persona que me entendía pero soy una persona incomprensible. No supo todo lo que dolió, todas esas palabras que salían de su boca reflejaban una realidad alternativa en el fondo de mí.

Observo que simplemente cede por pena, las situaciones límite despertaban su ternura y afecto. Extraigo que tiene dos caras, rabia y comprensión ante la pena. Si no hay situación límite, no es capaz de ver a través de mi.  Por esta razón, si puedo elegir, elijo no dejarme llevar por los sentimientos. Puede que algún día lo haga y lo sepa, tanto dentro de la normalidad como fuera de ella.

He visto ejemplos de lo ocurrido y se dé que hablo. He visto como alguien sabe el estado de otra persona con tan solo un gesto que se escapa de la normalidad. Se da cuenta de cómo está por una sucesión de gestos que se repiten y gritan al vacío. Conoce sus hábitos y todo lo inverso.

Es entonces cuando una pregunta irrumpe en el gélido silencio. ¿Estás bien? ¿Te ocurre algo?. Ofrece su presencia para cualquier tipo de empatía emocional y desahogo. La confianza comienza a bañar el ambiente y entiende que su mirada solo le indica complicidad. Las palabras mentales se convierten en frases cargadas de sentimiento y voz. El afecto acaba por señalar un pacto de comunicación necesario.
  


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