miércoles, 19 de octubre de 2011

Nomad



Uno de los objetivos de aquellos que eligen el camino de la consciencia, los que optan por vivir el presente, es el de sacarnos de nuestros dramas, ayudándonos al mismo tiempo a propiciar un movimiento real en nuestra experiencia vital. Nuestra viciada naturaleza es tal que, hasta que no experimentamos un movimiento real en la vida, recurrimos una y otra vez al drama; y, en tanto en cuanto recurramos al drama, no intentaremos hacer ningún movimiento real en nuestra experiencia vital. Asumir un proceso de presencia nos ayuda a romper esta manera inconsciente de vivir la vida. Y lo hace activando el movimiento interno mediante la liberación suave y consciente de las emociones que tenemos bloqueadas. Cuando llevamos a cabo esta tarea interior, activaremos automáticamente un movimiento externo real en nuestra experiencia vital, sin tener que recurrir a una improductiva agitación externa o drama. Sólo entonces estaremos preparados para desprendernos del drama, porque su inutilidad se nos hará evidente. Al introducirnos en nuestros procesos de presencia, el movimiento real que pretendemos iniciar va...

Desde el hacer al ser.
Desde el mirar al ver.
Desde el oir al escuchar.
Desde la apariencia a la presencia.
Desde el desequilibrio al equilibrio.
Desde la separación a la unidad.
Desde la reacción a la respuesta.
Desde lo no auténtico a la autenticidad.
Desde la fragmentación a la integración.
Desde la venganza y la culpabilidad al perdón.
Desde la queja y la competitividad a la compasión.
Desde el proceder inconsciente al proceder consciente.
Desde buscar la felicidad a dejar que llegue la alegría.
Desde la percepción incorrecta a la percepción correcta.
Desde el vivir en el tiempo a vivenciar la conciencia del instante presente.

Al comprender la naturaleza del movimiento real en el que nos estamos sumergiendo con el proceso de la presencia, nos ahorramos la energía que desperdiciamos cuando intentamos complementar esta experiencia con cualquier actividad externa innecesaria, porque descubriríamos que no podemos cambiarnos a nosotros mismos, sólo podemos cambiar la calidad de nuestra experiencia. El no percatarnos de esta potente verdad es el motivo por el cual la moción externa en la cual ponemos nuestras energías en nuestros intentos por cambiarnos a nosotros mismos se queda invariablemente en nada, salvo en un gasto innecesario de energia.

Para cuando seamos suficientemente mayores como para leer y comprender esta información, podremos estar seguros de una cosa: que nuestro aspecto, nuestro comportamiento y nuestras circunstancias externas, tal como son " justo en este momento ", son los efectos acumulados de los problemas no resueltos de nuestro cuerpo emocional. Así pues, sólo puede darse un movimiento real ( un cambio duradero ) en nuestra experiencia exterior si ajustamos la resonancia de la causa interna de estas experiencias externas. Jugando con nuestro comportamiento, con nuestro aspecto o con nuestras circunstancias vitales no conseguimos nada que perdure. Sólo ajustando la causa, sólo activando un movimiento real en el estado de nuestro cuerpo emocional, lograremos cambios reales y duraderos en nuestras experiencias externas...

" El proceso de la presencia ". Michael Brown. 

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